miércoles, 10 de octubre de 2012

 


POESIA ALUSIVA A LA MUJER  CABRALIEGA
POR DON MANUEL NIEMBRO
                                                                        1910


He visto venir ayer
de Carreña una muchacha,
cabraliega por más señas
y por más señas muy guapa.
Era la moza en cuestión
una arrogante aldeana,
alta, estrecha de cintura,
rubia, blanca y encarnada.
Sus ojos más que ojos son
luceros de la mañana,
como perlas son sus dientes
y sus labios como grana.
Y aunque es cursi la pintura,
esta era pintura exacta,
como era de Cabrales...
con decir esto me basta.
Montando en fogoso potro,
un joven se le acercaba,
de varonil apostura
y de presencia gallarda,
denotando en todo que era,
un dandy la frase valga,
refrenando su caballo
se acercaba a la aldeana
y de esta manera le habla:
“Bien se conoce que estamos
en primavera muchacha,
que hasta en el mismo camino
las flores se me deparan”.
“Alargue el pasu si quier,
y déjese de palabras,
que no estoy pa oír canciones
de gente desocupada”.
“¡Qué muchacha tan esquiva!,
por dios que no lo pensaba,
¿puede usted creer acaso
que le estoy hablando en guasa?”.
“No  tengo gana de cuentos,
con que deje las palabras
pa quien las sepa estimar
que aquí pierde lo que jabla”.
“¡Ah, ya caigo!...¿Teme usted,
faltarle a la fe jurada
al venturoso galán
a quien ha entregado el alma?”.
“¡Recoime col señoritu!
ya me fastidia y me carga.
Si ero libre o tengo noviu
a  ningunu importa nada,
y muchu menos a usted,
¿Quier contestación más clara?”.
“¡No me importa!, por mi vida,
que vive usted engañada,
¡por favor!, no se incomode
y escúcheme dos palabras”.
“¿Cómo no me va a importar
teniendo  usted esa cara,
cuya radiente hermosura
envidia a la rosa causa?”.
“¡El demoniu del panguatui!,
no jaz malas comparanzas,
vaya a burlarse a otru lau
que ya me tien más que jarta”.
“De que bella paloma
tan hermosa como ingrata
no me burlo, se lo juro,
son sinceras mis palabras”
“Y como no lo han de ser,
si ya en el fondo de mi alma
algo siento que me quema,
algo siento que me abrasa”
“Recoime col señoritu,
¿quir que baje al riu a por agua
pa echar en esi jogueru
por si acasu se achicharra?”
“Tenga usted piedad de mi,
compadezca a quien la ama.
Pues ni la purga de Benito
obra tan prontu, ¡caramba!”.
“Vaya col diantre del hombre,
ya casi me causa gracia,
po lo triste y amargada
que está pusiendo la cara”.
“Es usted la más hermosa,
es usted la más ingrata
mujer que vieron mis ojos”
“Señoritu muchas gracias
váyase y no se detenga,
haber si algún otra jalla
que sea más cariñosa
y que güen provechu i jaga”
“¿Me permite usted siquiera
que la acompañe a su casa?”
Límpiese que está de guevu,
eso tan solu faltaba,
pa dar llugar a la gente
de que de mi mormurara”
“Pues quedad con dios mujer,
tan hermosa como ingrata,
en mitad del corazón
llevo su imagen grabada”
“Valla con dios señoritu,
vállase y no noramala,
que aqui el tiru que tiró
y salió pe la culata”.



                                                       FIN

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