EL ZURRON DE ALAN LOMAX
Hace ya unos sesenta años, paseaba por Arenas de Cabrales, por el barrio de Vegallanu, un hombre alto y de buena planta, acompañado de un muchacho que le seguía sin perder ni tan sólo uno de sus pasos.
Con cara incredula, miraban a las gentes del lugar haciendo sus tareas y las mismas gentes, le observaban a él preguntándose “¿Quién será esti home, tan altu y bien plantau, que tantu nos mira?. Ese hombre era, nada menos que Alan Lomax, etnomusicólogo norteamericano, considerado como uno de los mejores recopiladores de canciones populares del mundo, y que había venido a grabar los cantares típicos de la zona.
Al mismo tiempo, en el portal de casa de Adolfo Gonzalez, se hallaban sentados a la sombra´, éste mismo Adolfo, el Tíu Juan el Coju y Vicente Alvarez, hablando, pues de lo que se hablaría en aquel entonces, del “ganau, de la yerba, de ir a leña, de castañas”, en fin, de tantas y tantas cosas. Se acercó entonces Juan Ardines a hablar con ellos, y le dice a Adolfo, que “le parió una vaca dos xatos muertos, y que si le hace un zurrón para él, le regala el otro”. Adolfo acepta y se pone manos a la obra, y es en ese momento, cuando aquel hombre y su acompañante llegan hasta el portal, y acercándose a ver lo que estaba rematando ya Adolfo le pregunta:”¿Por favor, podría decirme qué es eso?’”, a lo que ninguno de los hombres hacierta a contestar ya que nada saben del extraño turista que acaba de llegar. “Esto e pa meter en ello la comida, y doblar po la peña arriba”, de esta manera le contestó el Tíu Juan. “Se lo compro, ¡cuánto pide por ello?”, contesta Lomax. “Nada , nada, no i lo vendo, regaloilo si quier usted, ya tengo yo zurrones jartos”. Entonces el hombre coge el zurrón, le da las gracias y extiende la mano para darle algo; 50 Pesetas le dió aquel americano por el zurrón, a lo que todos se quedaron perplejos.
Sin más, Lomax y su ayudante se despiden agradeciendo una vez más el regalo y los paisanos se quedan callados mirando cómo desaparece hacia el palacio de Mestas y Cosío.
“Diez duros, diome diez duros por el zurrón”, exclama Adolfo, “pero si no lo vale una vaca”........Y así se quedaron los tres hombres, preguntándose quién sería ese señor extrangero que había aparecido por ahí aquel noviembre del 52.
Cuenta Aurelia Gonzalez, que tras las grabaciones, Lomax volvió al portal de Adolfo para invitarnos a chocolate en casa Moran, a lo que los hombres no aceptaron debido a las labores que aún debían de hacer.
También yo me pregunto: ¿dónde estará ese famoso zurrón?, ¿Estará acaso en la Fundación Lomax?, ¿Seguirá su hija guardándolo como pieza de museo?.........
Alan Lomax
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